El rey Juan Carlos de España abdicó sorpresivamente el lunes en favor de su hijo Felipe luego de casi 40 años en el trono, con el objetivo de revivir a una monarquía plagada de escándalos en momentos de dificultades económicas y un creciente descontento con la elite política.
UN PRíNCIPE PARA NUEVOS TIEMPOS
Un 62 por ciento de los españoles era partidario de una abdicación, según una encuesta en enero de la firma Sigma Dos. Esa cifra se compara al 45 por ciento del año anterior. Sólo un 41 por ciento de los consultados tenía una buena o muy buena opinión del Rey. Felipe tiene una apreciación positiva del 66 por ciento y la mayoría de los españoles cree que la monarquía podría recuperar su prestigio si él subiera al trono, según la encuesta. "Felipe tiene mucha más energía para hacer el trabajo", dijo Alfonso Romero, un estudiante de 36 años. Analistas políticos especulaban que Felipe intentaría buscar un diálogo entre Rajoy y el presidente catalán Artur Mas, quien lidera un movimiento para independizar a la región de España. Pero Mas dijo el lunes que el hecho de que Felipe suba al trono no lo disuadirá de intentar realizar un referéndum sobre la independencia en noviembre. Felipe ha tenido un papel cada vez más importante en eventos ceremoniales y es visto como más práctico y en sintonía con acontecimientos actuales que Juan Carlos, en el pasado una figura querida por los españoles por su estilo mundano y que era visto como mucho más accesible que los monarcas británicos. Juan Carlos será el segundo monarca europeo en abdicar en apenas un año. La reina Beatriz de Holanda dejó el trono en abril del 2013 para dejar paso a su hijo Guillermo Alejandro. Felipe se casó con la periodista Letizia Ortiz en 2004 y tienen dos hijas. El príncipe, cuyo matrimonio con Ortiz, de clase media y divorciada, creó polémica en su momento, se encontraba en España el lunes, pero no tenía eventos oficiales planeados hasta el martes cuando se trasladará junto al Rey al monasterio y antiguo palacio real El Escorial. Como rey, Felipe será el jefe de Estado de España, representando al país en cumbres, visitas oficiales y reuniones con líderes empresariales. Pero aunque pueda recuperar el respaldo de los españoles, Felipe continuará enfrentando un sentimiento de que el país no necesita un rey.