Sin duda, en las famosas líneas del metro de la Gran Manzana se ven pasarelas día a día con todos los habitantes que hacen uso de ellas para llegar a su destino.
Esta vez Jeremy Scott no se contuvo al jugar con este espacio y con las proporciones, pues las piezas de joyería, accesorios, chamarras, incluso encendedores tenían un tamaño considerablemente más grande que una pieza de ropa normal.
El estilo urbano y newyorkino predominó en todo el desfile, pero aún así trató de abarcar el multiculturalismo que habita en la concret jungle.
Los hombres vestían puffer jackets y gorras de béisbol gigantes, además de mochilas que abarcaban casi la estatura de los modelos.
Las chamarras deportivas se convertían en vestidos de noche para las mujeres y el logo de Moschino se veía por todos lados.
El factor piel no pudo faltar en el desfile así que al final los estoperoles, los prendedores y las biker jackets invadieron los últimos looks para cerrar con broche de oro el desfile.