La experiencia detrás de la dieta que transforma cómo te sientes (y cómo te ves)
La inflamación es una palabra que escuchamos cada vez más en conversaciones sobre bienestar, pero pocas veces entendemos que no se trata solo de un tema médico.
“A veces pensamos que sentirnos cansados, hinchados o con dolor es normal, pero no lo es. La inflamación crónica silenciosa puede estar detrás de muchos de esos síntomas”, explica la especialista en nutrición y bienestar Ana Artigas.(Cortesía)
Daniela Brugger
La dieta antiinflamatoria no es una moda pasajera, es un estilo de alimentación diseñado para ayudar a tu cuerpo a funcionar sin ese “fuego interno” que nos desgasta poco a poco.
“A veces pensamos que sentirnos cansados, hinchados o con dolor es normal, pero no lo es. La inflamación crónica silenciosa puede estar detrás de muchos de esos síntomas”, explica la especialista en nutrición y bienestarAna Artigas, quien lleva años aplicando este enfoque en sus programas.
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Más allá de contar calorías, es un cambio de chip
A diferencia de las dietas restrictivas o las que solo buscan bajar de peso, la antiinflamatoria se enfoca en alimentar al cuerpo con lo que necesita para repararse y evitar lo que lo irrita. Esto significa:
Priorizar frutas y verduras frescas, ricas en antioxidantes.
Elegir grasas saludables como aceite de oliva extra virgen, aguacate y nueces.
Incluir pescado rico en omega-3, como salmón o sardina.
Reducir azúcares añadidos, ultraprocesados, grasas y lácteos.
A diferencia de las dietas restrictivas o las que solo buscan bajar de peso, la antiinflamatoria se enfoca en alimentar al cuerpo con lo que necesita para repararse y evitar lo que lo irrita.(Cortesía)
“La idea no es prohibir por prohibir, sino aprender qué alimentos nos ayudan a bajar esa inflamación y cuáles la disparan”, dice Ana Artigas.
Beneficios que puedes sentir (y ver)
Aunque la ciencia respalda este enfoque para reducir riesgos de enfermedades cardiovasculares, diabetes o problemas articulares, lo que más enamora a quienes la prueban son los cambios visibles y palpables:
Menos hinchazón abdominal.
Piel más luminosa y uniforme.
Energía más estable a lo largo del día.
Menor dolor muscular y articular.
“La idea no es prohibir por prohibir, sino aprender qué alimentos nos ayudan a bajar esa inflamación y cuáles la disparan”, dice Ana Artigas.(Cortesía)
“En pocas semanas, muchos me dicen: ‘Me siento más ligera, como si mi cuerpo respirara mejor’”, comenta Ana.
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La experiencia enfocada en comer con conciencia
Más que seguir una lista estricta, la dieta antiinflamatoria invita a reconectar con la comida. Se trata de disfrutar de cada bocado, cocinar con ingredientes frescos y experimentar con recetas que no solo sean nutritivas, sino también deliciosas.
En palabras de Artigas: “No quiero que la gente sienta que está a dieta. Quiero que disfruten de una ensalada con colores, un té de cúrcuma en una tarde fría o un pescado al horno con hierbas frescas. Comer así se vuelve un placer, no un sacrificio”.
Más que seguir una lista rígida, la dieta antiinflamatoria invita a reconectar con la comida. Se trata de disfrutar de cada bocado, cocinar con ingredientes frescos y experimentar con recetas que no solo sean nutritivas, sino también deliciosas.(Cortesía)
Un estilo de vida, no una meta temporal
La clave está en la constancia y en ver este cambio como una inversión a largo plazo en ti misma. Adoptar una dieta antiinflamatoria no significa renunciar para siempre a ciertos antojos, sino aprender a equilibrarlos. “La inflamación es como una hoguera: si la alimentas con leña equivocada, arderá más; pero si le das lo que necesita para apagarse, tu cuerpo lo agradecerá todos los días”, concluye Ana.
“La inflamación es como una hoguera: si la alimentas con leña equivocada, arderá más; pero si le das lo que necesita para apagarse, tu cuerpo lo agradecerá todos los días”, concluye Ana.(Cortesía)
Tip: comienza incorporando un alimento antiinflamatorio por comida como frutos rojos en el desayuno, aguacate en la comida y cúrcuma en la cena y ve notando los cambios.