En otra de las películas del festival se menciona que las revoluciones necesitan más estrellas de cine, ¿qué opinas de esto?
Creo que los movimientos sociales necesitan amplificadores. Es un plática que tengo muy seguido con mi hermano, quien tiene una fama planetaria que no es mi caso, pero siempre reflexionamos “¿para qué sirve la fama?”, y vemos que no sirve para nada, que es un engorro que lo único que implica es la pérdida de la intimidad. La única utilidad que tiene ser popular es dar voz a lo que crees que es justo y necesario. Así que lo único que intentamos (con este documental) es ayudar a difundir un mensaje, en nuestro caso desde la emoción, porque no somos científicos. Debemos darnos cuenta de que la lucha medioambiental es una lucha política, porque nos han hecho creer que tenemos la culpa de la destrucción del planeta al usar popotes (que está muy bien dejar de usarlos), pero eso es una cortina de humo para no ver a los verdaderos responsables son las grandes empresas y los políticos. También los periodistas, que no cuestionan.
¿Crees que actualmente se vive una revolución ecológica?
Creo que afortunadamente la actual generación trae una mochila libre de ideas o conceptos que nosotros heredamos, con otra jerarquía de lo que es importante. Creo que ellos son los que van a demandar un cambio a los verdaderos responsables. El mayor acto de ecologismo que se puede hacer es llevar al poder a políticos que tengan un compromiso real y una transición energética sostenible y la eliminación de energéticos fósiles.
¿Qué hay del consumismo?
La lucha principal es salvar el planeta en el que vivimos. El modelo actual es insostenible porque se basa el consumismo, en el comprar, usar y tirar, pero eso ya no va, el planeta no lo soporta, por eso hay que buscar alternativas.