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31 mujeres que amamos full
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El discurso íntegro por el que Edith González se robó el evento de #31Mujeres

En definitiva, la actriz fue la más aplaudida durante nuestro desayuno gracias a su postura fuerte y regia ante la vida.
jue 09 marzo 2017 03:30 PM
edith gonzález
edith gonzález La actriz retó a la muerte, y aseguró, que "su mejor danzón tardará mucho en llegar". (Foto: Marco Vallejo)

Hoy se celebró el empoderamiento en uno de nuestros eventos más importantes del año: 31 Mujeres que Amamos. Una de nuestras invitadas y parte de las mujeres que admiramos fue Edith González, quien con su discurso logró captar no solo la atención, sino la admiración de todos. Desde una crítica social, política hasta un reto directo a la muerte, fue lo que pudimos presenciar en el Museo Casa de la Bola. A continuación dejamos su discurso íntegro.

"¡Hola! Yo soy Edith, hija de Efraín y Ofelia, hermana de Víctor Manuel, esposa de Lorenzo, tía de Ukumé y madre de Constanza. Soy actriz por vocación, pasión y necesidad. Soy porque me permito ser. Un ser vivo que se ama, que ha viajado por el mundo desde una célula que definió mi sexualidad y así por un simple capricho de la naturaleza mis 46 cromosomas, por la configuración de estos salió mi rifa ganadora a dos XX.

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El sexo femenino. Como diría Carl Sagan, soy polvo de estrellas y de esto habla el hierro de mi sangre, el calcio de mis huesos y el carbono de mi cerebro. Soy mujer, madre, hija, hermana, cuidadana, partidaria, mexicana y universal. Soy la suma de mis tiempos, de mis hermanas, amgias, madres, abuelas, choznas, antepasados, de todas las mujeres que me habitan.

Soy libre y soy esclava, como tú, como cualquiera, como él, como todos. Habito el planeta tierra en el siglo XXI.

Edith González y Lorenzo Lazo
La pareja se mostró de lo más feliz dura

Mi historia, como la de nuestro género, se escribe en el agua. Hemos librado muchas batallas para descubrir que somos fortaleza, entrega y tolerancia. Pocos libros describen nuestra historia originaria, en los principales capítulos de neustra raza y especie. Somos el 51 por ciento de la población y aquí estamos, recordándole a la otra mitad de la humanidad que existimos y valemos, que no hace falta que nos dediquen un día o un mes, con darnos un trato digno basta y sobra, con hablarnos como pares y caminando hombro con hombro cambiaríamos muchos estereotipos.

Debajo de un huipil, una burka, un turbante, un uniforme o un vestido de algún aparador, somos la misma. Somos mujeres dignas, de pie y en la búsqueda incansable de superación.

Soy mujer pensante y contradictoria, como todas, como Paula mi madre indígena que me enseñó cuán bella puede ser una caracjada, de quien aprendí la máxima mexicana: 'Donde come uno, comen dos'.

Soy caprichosa como Ofelia, mi madre, la que me parió, la que me hizo con paciencia en su vientre y de quien he aprendido que la vida termina siendo algo que no vale la pena tomarse en serio.

nullSoy trabajadora. Lo hago desde los 5 años. Mi infancia se llenó de personajes que transitaban de Víctor Hugo a Pirandello, de Chéjov a Fernanda Villeli. Mis risas, juego sy anhelos infantiles compartidos con camarógrafos, tramoyistas, vestuaristas y productores. Jornadas laborales de 15 a 18 horas, felices, con sueño (mucho) pero felizmente niña trabajadora. No perdí mi infancia por ello, gané la posibilidad de labrarme un mejor futuro.

Un futuro que se les niega a miles de niñas trabajadoras también, pero explotadas, subalimentadas por generaciones. Niñas objeto, niñas maltratadas, chiqutias abandonadas no por falta de amor sino por la necesidad de salir adelante.

Una historia de hipocresías, pues no valemos lo mismo. Los bajos salarios con una alta inflación, configuran lo que se ha dado en llamar la nueva esclavitud de que la mujer es principal protagonista.

Gracias a valientes como Elvia Carrillo Puerto hoy podemos votar, se nos asignan cuotas partidarias (cuotas que desde el sexenio de José López Portillo no han rebasado más de tres Secretarías por sexenio) y seremos herederas de las empresas de nuestros padres solo ante la falta de un hijo varón.

Nuestra historia también se escribe con sangre escarlata, cuando menstruamos, cuando parimos, cuando defendemos nuestros hijos. Cuando nos atrevemos a hablar fuerte y no ser dóciles.

Soy fortuna, pues mi vientre es fuente de vida y es esta misma hazaña la que me tiende frente a un comal o un departamento de lujo, a atender niños. Paradoja de la vida. Somos una, somos sol. Somos herederas de la Coatlicue, de Guadalupe. Tonantzín y Sor Juana, también de la mazahua, de la criolla y la mestiza. Somos valkirias y somos abnegadas. Somos responsables de las generaciones que formamos. No bastan las caridades, no alcanzan en una sociedad (y se tiene que decir hasta la saciedad) en que el 1 por ciento de la población acapara la riqueza del otro 95 por ciento.

Somos responsables de educar, amar y transmitir valores a las nuevas generaciones. También tenemos que alimentarlas y darles techo, pues los hogares con mujeres cabeza de familia se multiplican.

Somos egoismo, pues en el don divino de la maternidad nos volvemos madres biológicas mas no universales. Ser madre de uno significa ser madre de todos. solo así entiendo la maternidad, como este círculo del eterno femenino.

Somos Lilith, la demoniaca, símbolo del mal por ser dueña de su erotismo, que fue desterrada de las escrituras al pretender ser protagonista de la historia. Y somos Eva, esa pusilánime a quien se le culpa de comer la manzana del pecado.

Soy la envidia del hombre, pues mi sexo es infinito, atemporal. La seducción como la máxima expresión del ritual femenino es permanente y lo masculino es sexual, es finito. En el goce y en la seducción, la suerte nunca está echada. Soy caricia y soy consuelo, soy pu*a y soy divina.

Somos todo y sin embargo, no somos mas que mujeres enfrentadas a retos inmensos en una era de robotización, redes e información instantánea donde hacen falta dos ovarios bien puestos para exigir equidad de género. Una época en la que todavia hace falta un hombre en la casa.

Edith González
La actriz fue una de las invitadas de honor de #31Mujeres y ofreció un discurso inspirador.

Como una Nahui Ollín me rebelo a mi destino manifiesto y veo con entusiasmo que esto ya no representa un reto. Hoy la Generación Z, esa que no logran entender los mercadólogos por joven e insipiente, impone nuevas reglas. Ellos, contrario a los famosos millennials, no se exponen en las redes, prefieren el uso de Snapchat al Facebook, de secret o whisper a Twitter, suben imágenes que desaparecerán casi instantáneamente. Saben y entienden las consecuencias de la sobreexposición en las redes. Usan sus herramientas y se mantienen informados. Son conscientes de su branding personal.

Soy mujer esperanza, pues como Generación X crió a un crio de la Generación Z, esta que ya nace con el smartphone pero también con la conciencia del calentamiento global, no como un mito sino realidad tangible, y de nosotras depende que sus ideales crezcan, maduren y se transformen en propuestas.

Soy mujer conciencia, pues estos nuevos seres han nacido en la certeza de lo incierto, del drama de las torres gemelas, de la quiebra financiera del 2008 a la Primavera Árabe, al triste conocimiento de saber que en México seis mujeres son asesinadas cada día por el simple hecho de serlo.

Somos diosas de un Olimpo donde no transitan las mujeres. Hoy las calles están desiertas por la inseguridad. Mas nuestra Generación Z entiende los derechos indivuduales y de pareja no como hechos políticos controversiales, sino como derechos constitucionales.

Somos responsables de encauzar una generación que entiende y cuestiona el quehacer del bully mayor que está sentado en la oficina Oval y se pregunta: '¿Dónde han estado los padres de esos niños que se drogan?', '¿Por qué un migrante es acusado por creer en otra religión?'.

Somos creadoras, tradición, comedia y tragedia. En mi escenario imagino a Cossette y Fantine, jugando y riendo sin tener que huir y esconderse. Veo a Sor Juana escribiendo ideas y pasiones abiertas al viento, sin los grilletes mentales de las CENTes o los SENTEs. Ahí está Varka del "El Enemigo" de Chéjov, la niña explotada que por fin puede dormir, la veo sonreír libre al fin de sometimiento, y su sonrisa me abraza el alma, éste es mi cuento.

Ésta es la historia que deseo para todas nosotras, libres en equidad, amorosas y solidarias.

La lucha de las féminas ha sido difícil y lenta, mas tiene frutos, hoy la mujer participa en la vida activa en todos los ámbitos, desde deportivos, empresariales o políticos. Hoy no solo somos secretarias, maestras o actrices. Hoy somos obreras, albañiles, carpinteras, empresarias, políticas, científicas o artistas.

Lo emprendido no ha sido en vano. Mas no suficiente. No lo será. No reclamo, actúo. No me culpo, me hago responsable. No me quejo, propongo.

via GIPHY

Hoy les propongo que volemos juntas hacia la libertad, dejemos las cadenas que hemos aceptado de prejuicios, inseguridades y recatos ficticios. Enfrentemos el reto de un machismo soterrado, engañoso y demagógico. Nuestra meta la cumpliremos cuando en lugar de festejar un día a la mujer, festejemos juntos: hombres y mujeres la alegría de ser humanos.

Féminas al fin y al cabo todas somos aventureras, pues cada una de nosotras ha estudiado, bailado, reído, gozado, llorado, amado al ritmo de un mariachi o una buena cumbia. Y tenemos la obligación de enseñar a los nuevos, que vale la pena vivir. Y que esto solo se vive una vez. Y que hay que sacarle brillo a la pista de baile pues en mi caso, -y lo sé por experiencia propia- la vida se hace sin ensayos, de una sola toma. Y como buena impuntual que soy, no pienso llegar a tiempo a mi llamado. Me quedan muchos Carballidos, muchos Shakespeares, muchos Molières por actuar. Mucha lata que dar. Muchas risas que compartir, muchas batallas que ganar. Muchos amaneceres que disfrutar; mucho arte que admirar y mucho, pero mucho México que amar. Así que muerte, espérame sentada. Porque mi mejor danzón, tardará mucho en llegar".

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