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Jon Hamm promete que va a llorar con el final de Mad Men

El actor está por grabar el último capítulo de la serie y nos confiesa que cuando las cámaras finalmente terminen de rodar él va a ser "un desastre".
jue 20 marzo 2014 07:30 AM
El actor está por grabar el último capítulo de la serie y nos confiesa que cuando las cámaras finalmente terminen de rodar él va a ser "un desastre".
Jon Hamm como Don Draper en Mad Men El actor está por grabar el último capítulo de la serie y nos confiesa que cuando las cámaras finalmente terminen de rodar él va a ser "un desastre". (Foto: Especial)

Jon Hamm acaba de cumplir 43 años. Para cuando nos comunicamos con él, de hecho, los había cumplido apenas hace un día. De esos 43 años le ha dedicado básicamente una década a la serie que lo creó como estrella: 'Mad Men'.

'Mad Men' le dio un alter ego, Don Draper, le regaló el título de sex symbol y bueno, más allá de eso, le ha dado de comer por seis temporadas y una séptima por venir. Esta séptima es la última. Los creadores de la serie están listos para escribir un punto final, luego de haber llevado a Don por todo tipo de amores, desamores, éxitos laborales, un despido del universo publicitario y mucho, pero mucho cigarro y whisky.

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"Voy a ser un desastre absoluto", confiesa el actor a Quién.com por teléfono sobre el último día de rodaje. "Habrá lágrimas, habrá golpes con los puños, me jalaré el pelo y toda otra expresión de emoción que se puedan imaginar. Será una reacción bíblica".

Sentado desde su casa con su perrita Cora a un lado viéndolo y preguntándose "¿A qué hora me van a dar de comer?" (esto lo sabemos porque el mismo Jon Hamm lo cuenta), Hamm sabe que ha llegado el momento de despedirse de los trajes de los 60 y de muchos compañeros que luego de más de nueve años se han convertido en sus mejores amigos. Y eso es lo que más le duele.

"Honestamente ha sido una gran década y he conocido a mucha gente que creo que van a seguir siendo mis mejores amigos por el resto de mi vida. He tenido experiencias increíbles, y pude ir a premiaciones y experimentar estas cosas que cuando uno empieza por este camino como actor piensas que nunca te va a pasar, y sin embargo a mí me pasó".

Más allá de la nostalgia que el actor está sitiendo, sabe que el final es inevitable, y no sólo eso, de una manera un poco agridulce también es un final bienvenido. "Todas las cosas buenas tienen que terminar", anuncia determinado. "Otros programas se desvanecen o se olvidan, pero los buenos programas terminan. No quiero estar en una serie que se queda más tiempo de lo que es bienvenida ni tampoco me interesa estar en una que dura eternamente".

Jon Hamm como Don Draper en Mad Men
Jon Hamm como Don Draper en Mad Men


En 2011 Jon Hamm demostró tener un sexto sentido para la comedia con 'Bridesmaids' (y lo volvió a probar recientemente en el show de Jimmy Fallon con el sketch de photobombing), pero cuando se refiere al futuro de su carrera, para Hamm el horizonte no se alcanza a ver demasiado claro. Que si va a hacer comedia, que si va a regresar al drama, que si se va a concentrar en cine o le va a vender su alma a la televisión. En este momento, Jon Hamm simplemente no lo sabe.

"Estoy consciente de que muy pronto voy a estar desempleado, pero no necesariamente tengo algo esperándome y no sé lo que me depara el futuro", acepta no sin una pisca de preocupación, y luego agrega sobre la presión de volver a crear un personaje tan icónico como lo fue Don, "No creo que la actuación sea una competencia en ese sentido. Los actores estamos atados a los guiones que recibimos, y con suerte tendré la fortuna de trabajar con un creador, o director de cine o guionista que sea tan creativo y talentoso como el Sr. Weiner (Mad Men)".

Por lo pronto, tanto para Hamm como para los espectadores y espectadoras que lo siguen como una fantasía, todavía tenemos una temporada siete que disfrutar en HBO. Una que, con suerte, le dará cierre a la historia que comenzó con un genio publicitario, casado con la perfectamente helada ama de casa de los 60, dos hijos, varias amantes, la secretaria ideal, un eterno ceño fruncido y una pantalla de tabaco que nos llevó a recordar una era donde vender Lucky Strikes y llorar la muerte de Marilyn era todo lo que importaba.


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