En este primer ejercicio escritural, el actor bucea -como lo advierte el título- en sus recuerdo, experiencias de vida y carrera para transformarlos en una ficción con tintes apocalípticos pero que, también, se emplean para contar los detalles estrafalarios, excéntricos, privilegiados y fastuosos de la industria del entretenimiento, una maquinaría que el actor no solo conoce muy bien, también ha ayudado a aceitar.

Todo arranca con un reflexivo Carrey que ataca desde el prefacio atribuido al filósofo canadiense Marshall McLuhan: “Porque el nombre de un hombre es un golpe entumecedor del que nunca se recupera”.
Esta es una falsa autobiografía (¿o una falsa ficción?), que arranca con su protagonista, el propio Jim Carrey, confinado en su casa de Los Ángeles, acostado en cama viendo el contenido de Netflix mientras reflexiona sobre los personajes que ha interpretado y trata de encontrar el sentido sobre las ofertas que tiene sobre la mesa.