Habilidades físicas, disciplina, carácter, valentía, respeto... son cualidades con las que Ana Elisa vive. Como su maestra, fue determinante el día que tomé conciencia del tremendo talento que Dios confió en mí para encauzarlo con el compromiso ineludible de hacerlo florecer. Fue nuestro caminar clase a clase, disfrutándola, ella luchando siempre, obteniendo resultados extraordinarios hasta llegar a la Genée International Ballet Competition. Fue ahí cuando terminé mi “trabajo” en la formación dancística de Ana y fue muy difícil separar el papel de maestra del de mamá. Ahora cuando la música no pide permiso de entrar, es imposible no pensar en ella, con sus pocos añitos, bailando ya como la primerísima bailarina que siempre ha sido, atrapándonos con la fuerza y la gracia que sólo almas tan poderosas logran; tocando los corazones de cada uno de quienes hemos tenido el gozo de verla danzar.
Por Claudia Chávez, arquitecta, maestra de ballet y mamá de Ana Elisa