Si se le observa caminar, sus rizos brincando son suficientes para darse cuenta de que anda una mujer que cautiva la atención de todos. Inmersa en una industria rebuscada y llena de frustración, ella surfea el mar y todo lo hace ver fácil.
Enfrenta los mismos retos que sus colegas, pero navega rodeada de una película que causa que lo negativo se le resbale.
Su forma de actuar es evidencia de una persona que cultiva su conciencia y que a cada paso aporta lo mejor de su ser. La conversación más espontánea de Micaela, plasmada siempre de sencillez y alegría, es suficiente para darse cuenta de que está presente y es una persona aterrizada.
Si su Delirio no fuera suficiente, los fines de semana es granjera. Así continúa la misión de llevar el campo a la mesa. Su alegría, sencillez y congruencia son inspiración para todos los que tenemos la fortuna de acompañarla en su andar.