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Parte 1: La polémica historia de la Fórmula 1 en México

Poder, diversión y tragedias fue lo que se vivió en los años de gloria. Era el must de la gente de sociedad, políticos y artistas. Aquí la primera parte de esta fascinante historia.
mié 28 octubre 2015 09:00 AM
Poder, diversión y tragedias fue lo que se vivió en los años de gloria. Era el must de la gente de sociedad, políticos y artistas. Aquí la primera parte de esta fascinante historia.
Fórmula 1 en México Poder, diversión y tragedias fue lo que se vivió en los años de gloria. Era el must de la gente de sociedad, políticos y artistas. Aquí la primera parte de esta fascinante historia. (Foto: Archivo Quién®/Dypress)

Nota: Este artículo fue publicado en nuestra edición 352 en portada Carlos Slim Domit, Checo Pérez y Alejandro Soberón como el Dream Team que regresó la F1 a México. Si deseas aduirir dicha edición en versión digital puedes hacerlo en los siguientes links.

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Primer cartel. Así se anunciaba el primer Gran Premio de México.
Primer cartel. Así se anunciaba el primer Gran Premio de México.


Este artículo no es sobre pistas y motores, sino sobre aquellos personajes que, para bien y para mal, pasaron a la historia de las dos primeras temporadas de la máxima categoría del automovilismo en nuestro país, desde pilotos hasta políticos. ¿Listos? Arrancamos.

Nadie podía imaginar que aquella tarde festiva del 1 de noviembre de 1962, Ricardo Rodríguez, el piloto mexicano -y joven promesa del automovilismo- encontraría la muerte en la curva peraltada del flamante Autódromo de la Ciudad de México. Así comenzó la historia de la Fórmula 1 en México.

El automovilismo se había ganado un lugar en el gusto de los aficionados mexicanos desde que se corrió la Carrera Panamericana de 1950 a 1954, pero el impulso definitivo llegó cuando Adolfo López Mateos asumió la Presidencia de la República (1958). Para nadie era un secreto que el señor presidente tenía dos debilidades: las mujeres y los autos, y bajo su auspicio se construyó el Autódromo en la Ciudad deportiva de la Magdalena Mixhuca, que fue inaugurado en diciembre de 1959.

Durante la inauguración del autódromo los ex presidentes de México Gustavo Díaz Ordaz y Miguel de la Madrid.
Durante la inauguración del autódromo los ex presidentes de México Gustavo Díaz Ordaz y Miguel de la Madrid.


No era una novedad que los presidentes tuvieran ciertos caprichos que podían hacer realidad con el poder casi absoluto del que gozaban.

El gusto de Manuel Ávila Camacho por los caballos se materializó en la construcción del Hipódromo de las Américas (1943); Miguel Alemán, el hombre espectáculo, autorizó la construcción del Auditorio Nacional, inaugurado en 1952... ¿por qué López Mateos no podía darse su propio gusto?

Transcurrieron tres años entre la inauguración del Autódromo de la Ciudad de México y la llegada de la F1. La primera carrera de la máxima categoría en tierras mexicanas fue anunciada para el 3 de noviembre de 1962. Era de exhibición y sus resultados no influirían en el campeonato de pilotos que estaba en disputa. Aún así, el anuncio de que los grandes pilotos de la F1 vendrían a México generó gran expectación entre el público.

Adolfo López Mateos durante la inauguración del autódromo.
Adolfo López Mateos durante la inauguración del autódromo.


Por entonces los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez habían alcanzado fama internacional. Pedro tenía varias carreras y triunfos en su haber en otras categorías y Ricardo ya conducía para Ferrari en F1. La escudería del Cavallino Rampante no quiso participar en México pero Ricardo logró obtener su permiso para correr con otro auto y Lotus le ofreció uno.

Los motores se dejaron escuchar desde la primera sesión de prácticas el 1 de noviembre, ante un autódromo que lucía repleto. Alrededor de las 5 de la tarde, Ricardo Rodríguez se disponía a retirarse del autódromo pero se enteró que John Surtees había salido a la pista y había batido su récord por un segundo. Como si no hubiera un mañana, Ricardo se regresó y subió de nuevo al Lotus, aceleró, tomó la recta a gran velocidad llegó a la curva peraltada a más de 160 kilómetros por hora e inersperadamente perdió el control del automóvil que se estrelló contra la valla de contención. Ricardo sobrevivió unos minutos al brutal impacto, pero al llegar al hospital de Balbuena, a las 17:20 horas, ya había fallecido.

Angélica María en 1968, así como ella varios artistas de la época se daban cita en las carreras de autos. El glamour era parte fundamental del autódromo.
Angélica María en 1968, así como ella varios artistas de la época se daban cita en las carreras de autos. El glamour era parte fundamental del autódromo.


La tragedia empañó el primer Gran Premio de F1 en México, porque además, en señal de duelo, los otros dos mexicanos que iban a participar decidieron no hacerlo: Pedro Rodríguez y Moisés Solana. Sin embargo, a pesar del luto, la carrera se corrió el 3 de noviembre y así comenzó la primera etapa de la F1 en México.

Los tiempos del milagro (1962-1970)

Nueve Grandes Premios de F1 se disputaron en tierras mexicanas de 1962 a 1970. Fue la época del llamado "milagro mexicano", quizás el periodo de mayor bonanza económica y estabilidad política de la historia reciente de México; la economía crecía al 7% anual, la inflación y el tipo de cambio estaban controlados, el país se modernizó y vivió bajo una larga paz social que terminó en 1968.

Los mejores y más famosos pilotos de la época corrieron en el Autódromo de la Ciudad de México: los tres amigos, Jim Clark, Graham Hill y Jackie Stewart -que eran como el Rat Pack del automovilismo, similar al trío Frank Sinatra, Sammy Davis Jr. y Dean Martin, ídolos de las mujeres, rompecorazones y amigos en el espectáculo-; el piloto y constructor Jack Brabham -que ganó el mundial de pilotos y el de constructores con un auto desarrollado por él mismo-; el fundador de la gran escudería McLaren, Bruce McLaren; además de otros como Jochen Rindt, John Surtees, Francois Cevert, Emerson Fittipaldi, Lorenzo Bandini, Denny Hulme, Jacky Ickx, y los dos infaltables mexicanos Pedro Rodríguez y Moisés Solana.

En aquellos tiempos, los pilotos mostraban su talento a sangre y fuego; sin artificios ni artilugios, con precarios sistemas de seguridad, sin computadoras ni grandes diseños, sin estética; el volante, la palanca de velocidades, el acelerador, el freno y el clutch era todo para demostrar quién era un gigante en la pista.

La actriz Verónica Castro, en la cúspide de su carrera, en el Gran Premio de México 1986.
La actriz Verónica Castro, en la cúspide de su carrera, en el Gran Premio de México 1986.


Durante nueve años, los aficionados al automovilismo vieron de todo: la presencia casi religiosa del presidente López Mateos cada vez que se corría un Gran Premio -asistió a los primeros cuatro hasta que su salud se lo impidió-; la presencia, más por obligación que por gusto, del presidente Díaz Ordaz, hasta que envió representantes; los pilotos con un ánimo juguetón, que coronaron en el podio a las curvilíneas Elvira Quintana y Lorena Velázquez encargadas en entregar los trofeos en distintos años.

La afición recuerda que en 1967 le organizaron al campeón mundial Jim Clark una novillada en la cual el "escocés volador" tomó el capote con la gallardía de quien desciende de aquellos hombres de las tierras altas de Escocia, pero no olvidó su naturaleza de piloto, así que para enfrentar al astado, se colocó el casco con el que corría y bajó al ruedo dispuesto a enfrentar su destino.

Y también se recuerda a la turba que irresponsablemente invadió la pista en el Gran Premio de 1970, y al perro que atropelló el campeón del mundo Jackie Stewart en plena carrera, que lo obligó a retirarse y lo cual significó el retiro del Gran Premio de México del calendario oficial de la F1.

Parte 2: La polémica historia de la Fórmula 1 en México

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