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#FuerzaRosa Cáncer de mama: un grito de auxilio femenino

La tapatía Fabiola Anaya Aragón, psicóloga clínica especializada en oncología, nos comparte su experiencia tras trabajar con mujeres que padecen cáncer de mama.
mié 21 octubre 2015 11:00 AM
La tapatía Fabiola Anaya Aragón, psicóloga clínica especializada en oncología, nos comparte su experiencia tras trabajar con mujeres que padecen cáncer de mama.
Octubre Rosa La tapatía Fabiola Anaya Aragón, psicóloga clínica especializada en oncología, nos comparte su experiencia tras trabajar con mujeres que padecen cáncer de mama. (Foto: Getty Images)

Tengo la fortuna de ganarme la vida acompañando a mujeres en uno de los procesos más difíciles a los cuales se enfrenta un ser humano: perder la salud.

¿Por qué lo considero una fortuna? Creo que el acompañar a alguien en su proceso de sanación automáticamente genera alternativas para sanar a los demás. He escuchado muchas opiniones, algunas sólo basadas en experiencias relativamente cercanas, respecto al cáncer: “Yo creo que ahora hay más que antes”, “Antes, eso de cáncer no se oía”, “Es increíble, estaba tan joven y ya enferma”, etc.

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¿Qué pienso yo? Cada vez que escucho los gritos de auxilio emocionales de alguna de mis pacientes me doy cuenta que el cáncer es sólo la punta del iceberg de todo lo que esconder una enfermedad de este tipo.

Nuestro problema es que se nos ha enseñado a paliar síntomas, a tomar analgésicos cuando algo nos duele, un desinflamatorio si presentamos algún “itis” (colitis, faringitis, cistitis, etc.) pero nunca se nos enseña a encontrar el mensaje del dolor en el cuerpo.

Para más información visita www.cruzrosa.org.mx
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No nos enseñaron a hacerle caso a un dolor y preguntarle al cuerpo: "¿Por qué está reaccionando de esa manera?", "¿Por qué tengo problemas digestivos?" , "¿Cómo lo relaciono al no poder digerir algo en mi vida?", "¿Por qué constantemente me duele la garganta y se me va la voz?" o "¿Tendrá que ver con aquello que no he dicho o no me han dejado decir, será que la garganta es el paso de las emociones reprimidas?"

Nunca nos enseñaron a ir más a fondo cuando nuestro cuerpo manifiesta algún dolor, alguna modificación, algún mal funcionamiento. Simplemente hemos vivido en la era de los paliativos hasta que esa molestia que es en realidad la primera señal de alarma, es silenciada.

Imaginen que sucede cuando ignoramos señales tan importantes, equivale a no dar oportunidad de atender a primeros niveles y entonces enfrentarnos con el problema cuando la solución ya implica un proceso traumático.

Bien, pues esta es precisamente mi opinión respecto al cáncer: un cúmulo de focos rojos que fueron paliados, silenciados, ignorados y por supuesto olvidados.

Notas relacionadas:

¡Pobre cuerpo! ¡Pobre de nosotros! No escuchamos cuando tiene algo que decirnos y al contrario lo “mareamos” para que deje de dar lata. No me sorprende nada que se manifieste con furia, con células malignas difíciles de parar con una reproducción inimaginable, con tumores, con secreciones extrañas, con coloraciones anormales y con “curas” altamente invasivas.

Esto es precisamente lo que le hace el cáncer a nuestras vidas, pero voy a centrarme en el cáncer de mama ¿Por qué es un tema que actualmente nos llama tanto la atención? ¿Será que la figura femenina está tan adolorida? ¿Será esto una cuestión de generaciones calladas, aceptando realidades miserables como única manera de existir en el mundo?

Cuando escucho historias de vida de mis pacientes a quienes me gusta llamar “guerreras” me doy cuenta que ese silencio doloroso no es una cuestión contemporánea, están grabados en sus cuerpos esas olas de maltrato, sumisión, silencio, tortura que las han llevado a este estado.

¿Por qué entonces se enfermarán las mamas? ¿Por qué precisamente el cuerpo pedirá ayuda desde una parte tan femenina?

Para más información visita www.cimab.org
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Quitémonos del plano de víctimas. Después de haber hecho una liberadora catarsis y en terapia, darnos cuenta de todo el daño que se nos ha infligido, en particular a áreas que tienen que ver con la fuerza y el poder femenino, a alzar la voz cuando algo no me gusta, a decir que “no” a tiempo y sin sentirme culpable, a dejar de seguir “esquemas” de tiempo, de edades, a quitarnos de la cabeza “eso no lo hace una mujer” a concebir la maternidad desde el plano amoroso y pensado lejos de hacerlo desde el deber y el mero “instinto” de dar tu vida por aquellos a los que les diste vida sin haber reflexionado si eso es lo que querías, a preguntarte si realmente querías formar esa pareja, o si esa elección de pareja te fue impuesta, a darte cuenta que probablemente no has explorado tu sexualidad más allá de lo que tocaba y de lo que todos callaban “porque de eso no se habla”.

Una vez, que alguna de mis guerreras se ha dado cuenta de todo esto, viene un despertar femenino, poderoso, lleno de ímpetu, generalmente con rabia, con unas ganas carnales de arrasar y limpiar todo eso que las dañó y es entonces cuando comienza la sanación y a manera de estigma les quedará grabado por siempre ¿Qué hice yo para permitir todo esto? ¿Qué haré ahora para no seguir haciéndolo? ¿Cuento con herramientas que antes me eran invisibles?

Dejan de ser víctimas para convertirse en agentes de cambio, desde la femineidad, mandando mensajes de amor a su ser mujer, para que sus mamas, sus úteros y sus vaginas nunca vuelvan a gritar ayuda a través de una enfermedad que las confrontó a momentos dolorosos y tortuosos pero sobretodo las enseñó lo fuertes que son y que no sabían que eran.

Si tienes un familiar con cáncer de mama, ¡apóyalo!
Si tienes un familiar con cáncer de mama, ¡apóyalo!


Por todos los “¡no!” no manifestados a tiempo, por todas las frentes hacia abajo que no encontraron otra alternativa mas que aceptar, por todos los golpes físicos y del alma que no hubo quien curara, por todas las culpas y represiones heredadas que no nos permitieron disfrutar de la maravillosa que es la sexualidad, por no haber explorado nuestro cuerpo sin culpa, por no haber pensado si tu vida tenía otra estructura alejada a la que nos dijeron que tenía que ser, por no habernos sentido libres de elegir pareja desde otro plano, por todos los miedos que nos enseñaron como medio de vida, por todos los abusos que permitimos porque el miedo nos paralizó, por habernos creído inferiores, tontas, sin talento.

Por todas esas mujeres que aún no han despertado, por todas aquellas a quienes sus cuerpos aún no les ha gritado con furia una enfermedad, por aquellas que se encuentran encerradas aceptado su realidad como destino final. Por ellas, usemos el cáncer de mama como motor de cambio.

Fomentemos la sanación unas con otras, compartamos historias de vida, busquemos soluciones, pasemos mensajes de fortaleza, aprendamos de medicina alternativa (de esa que te confronta con lo emocional y no sólo palia tu síntoma) eduquemos mujeres introspectivas, reflexivas, distintas, y quizá así, sólo así, frenemos esa reproducción descontrolada de células malignas almacenadas en la mujer dormida, mejor conocida como “cáncer de mama”.

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