Imaginar qué sucedería si se pudiese tomar una pieza de cerámica blanca y transformarla, como por arte de magia, en una reluciente caja de reloj de apariencia metálica. Ahora, imaginar que esto puede hacerse sin usar ningún tipo de metal parece imposible, pero Rado no solo lo ha imaginado: lo hizo realidad.
La cerámica se coloca dentro de un horno especialmente diseñado para tal fin, alcanzando una temperatura de 20,000º C, entonces su color cambia y emerge un singular brillo metálico de tono gris cálido. Cuando este proceso de carbocementación por plasma modifica la composición química de la superficie, sin alterar su estructura, las propiedades de la cerámica no se ven afectadas, mantienen la misma dureza, resistencia al rayado, ligereza y propiedades hipoalergénicas –este proceso está patentado y en su uso, Rado es pionero–.
En algunas de las más famosas colecciones de Rado se encuentra la cerámica de plasma, incluyendo a Rado DiaMaster y Rado HyperChrome.
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