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Marlene Dietrich a la mexicana

Guadalupe Braco se cambió el nombre, dejó su negocio atrás y decidió imitar la imagen de Marlene Dietrich. El destino hizo que esta mexicana se volviera asistente de la actriz que admiraba.
mié 08 septiembre 2010 09:55 AM
Guadalupe Braco se cambió el nombre, dejó su negocio atrás y decidió imitar la imagen de Marlene Dietrich. El destino hizo que esta mexicana se volviera asistente de la actriz que admiraba.
Bravo México Guadalupe Braco se cambió el nombre, dejó su negocio atrás y decidió imitar la imagen de Marlene Dietrich. El destino hizo que esta mexicana se volviera asistente de la actriz que admiraba. (Foto: Especial)

BRAVO MÉXICO, LA FIESTA DEL BICENTENARIO

Guadalupe Bracho vendía sombreros en una tienda de su propiedad en el centro de la Ciudad de México.

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Sombreros “Andrea” se llamaba. Eran los años 20. Tan bonitos eran sus sombreros que comenzó a correrse la voz dentro del mundo del espectáculo. Muchas primeras actrices y actores galanes buscaban ahí sus accesorios. El negocio prosperaba. Un buen día, Lupita decidió actuar en alguna obra. Fue tal su emoción que dejó a un lado el negocio de los sombreros y adoptó un seudónimo farandulero: Andrea – como su tienda– Palma –como la calle en donde se encontraba–. Actuó en obras de medio pelo y poco a poco fue ganando fama. Fue entonces que conoció a Gabriel Figueroa, antes de que éste fuera el gran fotógrafo cinematográfico de México. Él tomaba retratos y se había convertido en un maestro, quizá el único en México, en iluminación artificial. En aquellos meses, la figura estelar del cine era la alemana Marlene Dietrich, que debía parte de su fama al extraordinario manejo de luz que su equipo de imagen hacia con sus retratos. Figueroa decidió imitar dichas fotos con la flamante Andrea Palma: decidió convertirla en la Dietrich mexicana.

Le funcionó: al poco tiempo, la actriz otrora vendedora de sombreros recibió ofertas desde los Estados Unidos para trabajar en algunas producciones hollywoodenses. Figueroa había logrado venderla tan bien que, como extra, había conseguido un papel en una película de (¡sí!) la mismísima Marlene Dietrich: Blonde Venus. Andrea quedó tan impactada que volvió a ser Guadalupe: Marlene primero le ofreció a la inexperta actriz trabajo como su asistente, para después hacerla su sombrerera de cabecera. Palma nunca volvió a actuar en Estados Unidos: regresó a México después de algunos años y cayó en el olvido. Nada más tenemos aquella hermosa foto de Figueroa, aquella que catapultó a una ingenua actriz mexicana a la altura de una diosa alemana.

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